Corrección -
Creación en Prosa:
Edad
de los receptores:
4
años
Estrategia
utilizada:
La
prosa es un género similar al uso lingüístico y ordinario y la
forma más natural de crear este tipo de literatura en la actualidad.
El
uso de estrategias para crear cuantos dedicados a los niños, son
sencillas y no requieren conocimientos literarios ni estilísticos
previos ni un desarrollo cognitivo ni lingüístico superior al de
los niños en Educación Infantil, aunque si se requiere mucha
imaginación.
He
elegido realizar el texto en prosa de esta manera, porque ya tuve que
utilizarlo anteriormente en una asignatura de expresión y
comunicación en mi Ciclo Formativo de Grado Superior, y me pareció
muy interesante exponerlo también en esta asignatura, ya que la
parte de literatura de la actividad anterior la creé yo misma.
He
actualizado el texto, ya que como me comentó Irune el texto es
paraliterario en este caso no hace falta que el cuento transmita una
enseñanza sino que sea una lectura divertida sin sacar moraleja a
cambio ni enseñanza alguna.
Momento
evolutivo:
Los
niños a los 4 años de edad están repletos de energía, deseosos
por aprender por sí mismos y con muchas ganas de participar en todas
las tareas de la casa. Les divierten las adivinanzas, chistes y
juegos de palabras. Entienden el argumento de algunos cuentos
sencillos.
A
nivel emocional y conductual: reconocen las emociones y sentimientos
de los demás. Muestran actitudes de protección ante los más
pequeños. La fantasía está presente en sus vidas, puede que hasta
tengan un amigo imaginario. Mezclan fantasía con realidad.
Texto:
-
La hora del baño -
Carla
era una niña alegre y risueña, como lo son todos los niños a su
edad. Pero tenía un problemilla con el aseo, ¡no le gustaba nada la
hora del baño!. Para ella era el peor castigo que le podían poner.
Todo lo de más lo hacía sin quejarse, pero bastaba con que se
mencionara la hora del baño, para que su cara cambiara totalmente.
Su
madre siempre le decía que era bueno tener una higiene diaria, para
estar aseada, limpia y bonita. Carla se resistía a esa idea, no veía
la diversión en el baño, se aburría. Su madre había intentado de
muchas maneras explicarle a Carla que el baño podía ser una
actividad divertida, pero no lo conseguía, por más que se empeñaba.
El gran problema de Carla era mojarse la cabeza, no le gustaba que el
jabón pudiera resbalar de su pelo a sus ojos, porque sino le picaban
mucho.
Cada
vez que Carla tenía que bañarse, y era el día de lavarse el pelo,
se resistía, se enfadaba con su madre y no quería mojarse la
cabeza.
Un
día, en el que su madre ya no sabía que hacer con Carla, decidió
ir a la tienda de juguetes y comprar dos patitos de goma, un era de
color blanco resplandeciente y el otro tenía un color negro apagado,
que a penas se podía diferenciar e plumaje, los llevó al baño y
los dejó junto a la bañera y el champú de Carla.
Mientras
su madre salía del baño, para dirigirse al salón a leer un libro,
Carla fue al baño a lavarse la manos con su muñeca y se fijó que
había dos patitos en la bañera. Ella primero que cogió fue el
patito blanco y se lo llevó a su habitación con el resto de
juguetes.
Al
rato, su madre fue a llevarle la merienda y se fijó que había
cogido uno de los patitos y estaba jugando con él y con el resto de
sus juguetes. Su madre le preguntó quién era el nuevo miembro del
juego. Y ella le dijo que como lo había visto tan blanco y bonito
decidió llevárselo a la habitación para jugar con el resto de
juguetes.
Su
mamá le preguntó de nuevo, porque no había cogido el otro patito,
el de color negro. Y ella le respondió que le gustaba mucho más
este, se veía mejor el plumaje y estaba más limpio.
Su
mamá le dijo de nuevo que había encontrado un objeto para ponérselo
en la cabeza cada vez que se lavara la cabeza y que no le iba a mojar
ni picar los ojos.
Carla,
sintió tal curiosidad, que ese día decidió lavarse la cabeza, se
puso encima de los ojos una visera con diadema, y vio que no le caía
ni siquiera agua por la frente. Se opuso tan contenta, que le dijo a
su mamá, si podían lavar el patito de color negro y que si lo
hacían quizá se volviera blanco.
Las
dos estaban tan contentas que así hicieron y al lavar el patito
descubrieron que también era de color blanco. Desde entonces Carla
siempre se bañaba con los dos patitos y con su visera para el pelo.
FIN
Perfecto. En un diálogo posterior con los niños, seguro ellos mismos llegan a la misma conclusión que tú les dabas al final de la versión anterior. Pero aquí te limitas a narrar y, en la otra, les explicitabas un aprendizaje.
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